La región se convierte en un espacio clave para experimentar con nuevos modelos de bienestar, diversificando su matriz productiva más allá de la minería y apostando por un desarrollo integral.
Antofagasta es conocida en el mundo por su minería, pero hoy emerge como un laboratorio de innovación social donde se ensayan nuevas formas de bienestar y desarrollo productivo. Según Emilio Ricci, la región posee condiciones únicas que permiten probar modelos de diversificación económica en áreas como el turismo, la educación, las energías renovables y la movilidad sustentable.
“La innovación social para la región de Antofagasta tiene una pertinencia territorial… desde el turismo de intereses especiales, la educación, la gestión territorial, hasta las energías renovables y la nueva movilidad”, explica Ricci, subrayando que la innovación no se limita a la industria minera, sino que abarca todos los aspectos que inciden en la calidad de vida de las comunidades.
El software de inteligencia artificial desarrollado en la UCN será clave para esta transformación, ya que permite detectar oportunidades en cada municipio considerando sus particularidades geográficas, sociales y culturales. Gracias a su capacidad para analizar datos en tiempo real, el sistema ayuda a orientar recursos, monitorear avances y proponer mejoras para que los proyectos se adapten a las necesidades locales.
Con este enfoque, Antofagasta se proyecta como un referente internacional en la implementación de tecnología con enfoque social, demostrando que el desarrollo económico puede ir de la mano con la sostenibilidad, la equidad y la participación ciudadana. La región se convierte así en un ejemplo de cómo las herramientas digitales pueden impulsar un modelo de desarrollo que respeta las identidades territoriales y promueve la resiliencia comunitaria.


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