Fundamentos

Uno de los factores claves que posibilitan el desarrollo de una región o territorio,
es la innovación en su más amplio sentido, no sólo de tipo empresarial y
competitiva, sino también institucional, y social cooperativa, siendo esta última
condición esencial para el desarrollo del capital social y relacional que permita que
los procesos de desarrollo resulten inclusivos y sostenibles.

Los desafíos de innovación de la Región de Antofagasta no son, en primer lugar,
de tipo tecnológico y empresarial. En efecto, según señala su actual Estrategia
Regional de Innovación (ERI 2012-2020), “Antofagasta es una región minera
cuyos principales desafíos, para que se mantenga como principal fuente de
riqueza y desarrollo, y por tanto, donde se requiere innovar, son de sustentabilidad
e inclusión”, ya que “los límites a su crecimiento y desarrollo derivan de la
abundancia, no de la escasez” (ERI 2012-2020, pág. 7)

Dichas formas de innovación requeridas, no son posibles de desarrollar bajo los
modelos monistas de innovación (que consideran una fuente única de innovación,
generalmente empresarial o científica), como tampoco de los modelos lineales que
suponen que las innovaciones surgen como desarrollo y aplicaciones de avances
científicos (modelo I+D+i); haciéndose imprescindible evolucionar hacia modelos
interactivos y pluralistas que incluyan, también las formas de innovación social e
institucional (Echeverría, 2008 ).

Es así que estas nuevas formas de innovación, requieren de la participación de
múltiples actores, tanto del mundo de la empresa, como del sector público y la
sociedad civil, así como del mundo del conocimiento, tanto el académico como el
de los saberes locales. Ello, en el marco de un sistema territorial de cooperación
multiactores para la innovación y el desarrollo.

Dado ello, la cuestión de la gobernanza entre dichos diferentes tipos de actores y
agentes, para que logren cooperar eficazmente en torno a propósitos comunes o
compartidos, pasa a ser una cuestión esencial. El modelo triple hélice de
innovación para el desarrollo (Etzkowitz, 2003), ha sido pionero en identificar
claves y proponer aproximaciones respecto de la cooperación entre los sectores
académicos, empresariales y públicos (Empresa-Universidad-Estado).
Posteriormente, asociado a emergentes procesos de innovación social, se ha
empezado a reconocer el valor de la Sociedad Civil en estos procesos,
identificándola como una cuarta “aspa”, imprescindible para este tipo de
innovaciones, y algunos insinúan la existencia de otras posibles “aspas”
concurrentes; por lo que se comienza a hablar de modelos “multihélice” de
cooperación para la innovación para el desarrollo. Con la emergencia de los
enfoques que reconocen el valor del Territorio como factor de desarrollo, la
innovación social e institucional como dinamizadora de estos procesos, y las
formas de gobernanza de ellos basadas en la cooperación multi-actores y a
multinivel (Calderón, 2006, 2013); las aproximaciones recientes más elaboradas
en estas materias hacen referencia a la cooperación multihélice de innovación
para el desarrollo territorial.

La Región de Antofagasta cuenta con una estrategia regional de innovación, cuya
vigencia va concluyendo ahora (ERI 2012-2020), ha abierto ventanas de
oportunidad para la innovación social, por ejemplo, cuando plantea que “es
fundamental que la Región de Antofagasta y sus instituciones opten por invertir
fuerte y urgentemente en las dimensiones sutiles de capital necesarios para
activar los procesos de innovación, cambio y desarrollo requeridos. En el caso de
la Región de Antofagasta, además de apostar al desarrollo de las formas
conocidas como capital humano, social o cultural; se requiere invertir
principalmente en el desarrollo del capital relacional, entre los diversos actores y
sectores públicos y privados concernidos, tengan ellos finalidad de lucro,
académica, social o cultural, y contribuyendo a la constitución y desarrollo de
redes de cooperación entre ellos, y en sus diferentes niveles” (ERI 2012-2020,
pág. 9).

Con ciertos grados de autonomía, provenientes del mundo del emprendimiento, la
academia y la acción social y cultural, en la Región de Antofagasta han ido
surgiendo y desarrollándose experiencias y buenas prácticas de innovación social
y, en menor medida, institucional; las que han ido ampliando la gama de
oportunidades en la materia.

Algunas de ellas han surgido como resultado de la creatividad y esfuerzo de
personas, grupos, comunidades y organizaciones locales, inicialmente
desconocidas en estos ámbitos. Otras se han generado por derivación de
emprendimientos sociales o de iniciativas de innovación empresarial que para su
viabilidad o sostenibilidad han debido adecuarse para hacerse socialmente
apropiadas; mientras que unas terceras empiezan a expresarse a partir de
procesos impulsados por algunos organismos públicos. Unas últimas,
corresponden a resultados preliminares de esfuerzos institucionales que
promueven expresamente la innovación social con enfoque multihélice de
cooperación territorial, como los proyectos “Núcleos Triple-Cuádruple Hélice de
Innovación” realizados por la UCN.

A la necesidad de constituir y formar una masa crítica de agentes y actores de
innovación social para el desarrollo de la Región de Antofagasta y de los
Territorios Subregionales que la conforman, responde la presente iniciativa. La
versión anterior del diplomado contribuyó a la formación de un grupo inicial de
agentes y actores de innovación social. Dicho grupo inicial fue significativo, pero
resulta aún insuficiente para que, junto a otros agentes que se están formando en
materias de innovación y desarrollo, se constituyan en actores colectivos que,
operando colectivamente a través de redes colaborativas eficaces, conformen
masa crítica suficiente para detonar y sostener procesos de innovación social
autónomos, con capacidad de incidencia local y de transformación de la Región
para su mejor desarrollo.